En todos los hogares se pueden encontrar varios artículos electrónicos –como teléfonos celulares, computadoras, tabletas o televisores– en desuso, a pesar de que sigan funcionando perfectamente, y también encontramos todos aquellos que han dejado de funcionar de un día para otro, pero se conservan con la idea de repararlos o intercambiarlos con alguien que pueda darles una segunda oportunidad, finalmente otros son desechados, aunque por lo regular no se les da el tratamiento que este tipo de artículos debe tener para su correcta disposición. La realidad es que estamos inundados de dispositivos electrónicos y no sabemos qué hacer con ellos, pero al mismo tiempo se tiene la necesidad de conseguir dispositivos nuevos o supuestamente mejorados, incrementando cada cierto tiempo la cantidad de aparatos que consideramos obsoletos.